La Egoísta Era un pueblo muy pequeño alejado de la gran ciudad, la gente del lugar es muy confiada y muy creyente, llega a tal punto su confianza que puede tener sus puertas abiertas de día como de noche, el respeto a lo ajeno es una de sus virtudes más notables. Se puede andar a pie como a caballo y dejarlo en cualquier lugar que no será tocado por otro a menos que lo preste lo cual se le devuelve en la brevedad posible. Es un pueblo pequeño pero saludable, la naturaleza su primera aliada les proporciona todo lo necesario para su subsistencia y si por algún motivo alguno alguien carecía de algo era ayudado por los demás para quienes el dar no era caridad sino una obligación natural en cada uno de ellos; pues bien nuestra historia se desarrolla en una pequeña cabaña en un sendero entre el camino mayor y el pueblo, en dicha casita vivía una mujer ya entrada en años, sola, a sus cincuenta años las experiencia no le habían cambiando el carácter algo agrio y huraño que no le permitía acercarse a la gente del pueblo la cual por distintos medios habían buscado la manera de conseguir su amistad, a lo que ella siempre respondía con desplantes o insultos, con ironía o simplemente les cerraba su puerta en sus caras, su casita por transito obligatorio estaba muy cerca a un sendero que dirigía hacia el pueblo se comprenderá entonces que las gentes que por ahí pasaban se veían obligadas a llamar a su puerta. La virgen madre piadosa como siempre nos perdona quiso dar a esta señora la oportunidad de enmendar su error y nuestra historia sigue así. Cierto día como todas las tardes cocinaba muy entretenida en sus cosas cuando llamo a su puerta una ancianita a quien al verla le frunció el seño y rezongo, la ancianita por su parte pudo ver que tenia una olla donde cocinaba algo delicioso de un olor agradable, la ancianita le pido le convidara a lo que ella solo respondió que no tenia nada que convidar entonces la ancianita le pidió le regalara una cabeza de cebolla de las que había en la mesa a lo que ella respondió con enojo y echo a la ancianita de su casa la que sin decir mas dio media vuelta y se alejo muy triste, mas tarde llego un niño quien también le pidió le convidara de lo que tenia en la olla o una cabeza de cebolla que yacía en la mesa bastantes descuidadas a lo que ella respondió tomando una de las cebollas en el aire y batirla como un látigo amenazando con pegarle a lo que el pequeño se hizo hacia atrás como esquivando el golpe y salió corriendo, mas tarde llegaron otras personas mas con la misma intención a lo que ella respondía con los mas violentos arrebatos… como sucede en la vida nada dura para siempre y todos nos tenemos que ir al otro lado a pagar nuestras culpas y pues dicha señora dejo este santo mundo para ir a morar allá donde las almas purgan sus pecados y donde los que cargan con mas culpas se hallan mas abajo que otras que no siendo muchas sus culpas están casi a la salida del lugar, cuentan pues y es parte de este relato que la santísima virgen María cada 13 de mayo se dirige a este lugar y como en un pozo enorme lleno de almas deja colgar su rosario para que las almas que están mas cerca de la salida se sujeten de cada una de las cuentas del rosario y las pueda conducir al cielo con la esperanza quizá que la señora de nuestro relato hubiese cambiado su forma de ser; pues en esta ocasión la virgen se aproximo con una cebolla, y tomándola de las hojas puso la raíz al alcance de las almas para que ellas se tomaran de cada una de las raíces y así las podría sacar, muchas de las almas se tomaron de las raíces entre ellas el alma de la señora de nuestro relato, la que en vida jamás había compartido y la que no había cambiado por mas que estuviese purgando sus pecados, primero se sujeto muy fuerte de una raíz pero al ver que otras almas también hacían lo mismo se enojo y fue empujando una a una para que se soltaran y le dejaran a ella sola su cebolla, que bien asida a ella gritaba que era su cebolla y que no la compartiría con nadie mientras seguía empujando a toda alma que quisiera tomar una raíz, la virgen al ver esto muy triste y muy enojada soltó la cebolla la cual por su peso se hundió mas en el purgatorio llevándose consigo a la señora que por envidiosa fue a dar a lo mas profundo de aquel lugar. Moraleja. El alma que no pesa, sus pecados endereza.
La Egoísta
Publicado por
phantitopoeta
en 9:14
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